La ensalada, ese plato que muchas veces relegamos a un simple acompañamiento o a una opción saludable para satisfacer nuestra necesidad de comer algo fresco y crujiente, puede ser mucho más interesante si nos damos la oportunidad de jugar con las consistencias. En lugar de conformarnos con una mezcla de lechugas y unas cuantas verduras cortadas en cubos, podemos añadir ingredientes que aporten texturas diferentes y que conviertan a nuestra ensalada en la protagonista de la mesa. En este artículo te propongo algunas ideas que podrás utilizar como punto de partida para crear tus propias combinaciones.
Antes de empezar a añadir ingredientes, es importante elegir una buena base para nuestra ensalada. Podemos optar por mezclas de lechugas, como la clásica combinación de lechuga romana, lechuga mantecosa y hojas de rúcula, o por una sola variedad, como la espinaca o la lechuga batavia. Otra opción es utilizar cereales, como el arroz integral o la quinoa, para dar una textura diferente a la ensalada. En cualquier caso, es importante lavar bien las hojas y secarlas antes de utilizarlas para evitar que nuestra ensalada quede aguada.
Para hacer de nuestra ensalada una comida completa, podemos añadir proteínas. La opción más sencilla es utilizar pollo o pavo a la plancha, pero también podemos optar por pescado, como salmón o atún, o por otros ingredientes más originales, como tofu o tempeh. Otra opción son los huevos cocidos en todas sus variedades, ya sea entero, en tortilla o en forma de huevos poché.
Las verduras son el ingrediente principal de cualquier ensalada, pero no tienen por qué ser aburridas. Podemos utilizar verduras crudas, como zanahoria, pepino o pimiento, y añadir otras cocidas, como espárragos o brócoli. También podemos utilizar verduras encurtidas, como cebolla o pepinillos, para dar un toque ácido y fresco a nuestra ensalada.
Para añadir texturas y sabores diferentes podemos utilizar ingredientes que normalmente no asociamos con las ensaladas. Una buena opción es utilizar frutas, como fresas o manzanas, que añaden un punto de dulzor y un sabor fresco. También podemos utilizar frutos secos, como nueces o almendras, o semillas, como pipas de girasol o de calabaza, para dar un toque crujiente. Los quesos también son una buena opción, ya sea en forma de queso fresco o en forma de queso más curado, como el parmesano o el manchego.
Por último, no podemos olvidarnos del aliño, que es lo que va a unir todos los ingredientes de nuestra ensalada. Un buen aliño debe tener una base ácida, como el vinagre o el limón, y una base grasa, como el aceite de oliva o el de sésamo. También podemos añadir ingredientes como el mostaza, la miel o el yogur para dar sabor e intensidad al aliño. Lo importante es no excedernos en la cantidad de aliño, para que no empape demasiado nuestra ensalada y la convierta en un plato insípido.
Experimenta con estas ideas y seguro que consigues crear ensaladas más interesantes y llenas de sabor. La ensalada no tiene por qué ser aburrida y sosa, si nos damos la oportunidad de jugar con las consistencias y los sabores podemos convertirla en un plato muy versátil y apetecible.